sábado, 10 de septiembre de 2011

Donde el Corazón Te Lleve (CUENTO)

  En el mágico mundo en el que un día se metió, a base de soñar y soñar, todo era precioso. El cielo era de un azul mucho más brillante que en el mundo real, los campos más verdes y las flores más bonitas y olorosas; en realidad allí todo era mucho más perfecto. Ella se refugiaba en aquel mundo, primero algunas veces, cuando lo que la rodeaba la asfixiaba tanto que sentía como si una piedra gigante presionara su pecho hasta dejarla sin aire, como un globo vacío; pero después, se aficionó demasiado a soñar despierta y al más mínimo contratiempo se perdía en aquel mundo de ficción para alejarse de cualquier sentimiento negativo que ensombreciera la existencia de color de rosa que tenía  planeada para sí.
 De esta forma pasaron los años, y cada vez pasaba más tiempo en su mundo inventado, pues la verdad es que la vida es sin duda muchas veces un camino tortuoso y el dolor propio o ajeno era algo que Ella no podía soportar. Y llegó el momento en que se alejó tanto de la realidad que se quedó atrapada en su propia invención.
 Al principio todo era estupendo; todo era tan bonito allí que se sentía completamente feliz. Pero aquel mundo de sueños, como todo, no era del todo perfecto, pues se le había olvidado imaginar a otros que lo habitasen y la verdad es que llegó un punto en que empezó a sentir soledad y ya no podía imaginarse otro sitio para escapar de ese sentimiento, pues había empleado todas sus fuerzas en la creación de su propio paraíso.
 Comenzó a buscar una salida y no encontró otra alternativa que seguir un camino de baldosas amarillas que cruzaba los campos, como las estelas que van dejando los aviones en el cielo. Allí no había ninguna indicación hacia dónde se dirigía, pues tampoco había puesto límites a su mundo imaginario, así que se limitó a andar. Caminaba de día y al caer el sol, caía rendida en aquellos prados infinitos, anhelando su vida anterior, por muy horrible que fuera a veces, pues tanta hermosura y perfección se le antojaba ahora como algo insoportable y sobre todo terriblemente aburrido.
 Anduvo sin descanso su particular peregrinación por aquel camino amarillo y cuando creía  que nunca terminaría, que sería este un castigo eterno como el infringían los dioses del Olimpo, se encontró en una encrucijada. No se lo podía creer; se frotó los ojos una, dos veces, pero sin duda allí estaba: un cartel que indicaba dos caminos, uno hacia el país de los sueños y otro de regreso a la realidad. Sin duda no era una fácil elección, porque si elegía volver a la realidad, tendría que enfrentarse con problemas, miedos; es cierto que en el mundo real no todo era espantoso, pero muchas veces las cosas malas superaban a las buenas. Pero también quedarse en su mundo imaginado, suponía aburrirse como una ostra, porque si no tienes un motivo para superarte y superar las situaciones, ya que todo es perfecto, tampoco es esa una vida que merece tanto la pena vivir.
 Así se llevó mucho tiempo, hasta que por fin tomó una decisión. Ambos mundos tenían cosas buenas y malas, como todo, pero se dio cuenta de una cosa: sin la realidad, crear un mundo de ficción para evadirse no servía de mucho. Y entonces se encaminó por el camino que la guiaba hacia el mundo real, no sin cierta pena por abandonar su pequeño paraíso, aunque estaba segura que lo visitaría de vez en cuando.

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